Luego de una semana de furia ( donde grupos del sindicato de la construcción casi casi se privan de cortar la Panamericana por casi dos horas) y donde los paros sorpresivos de transporte condimentan el tedio popular que ya de por sí da vivir bajo el extraño Universo Ka, Eurotrash se fue de joda a la costa y te trajo esta review que está mejor que las medialunas de Atalaya cuando te pinta el bajón.
Salimos en hora pico por General Paz por una sencilla razón: queríamos disfrutar del caos de tránsito por última vez antes de partir. Tardamos casi una hora para hacer Urquiza-Floresta ( Y si están pensando en chistes con " esta" es tarde, porque en esa hora se nos ocurrieron todos, absolutamente todos) contando el tiempo en que me bajé del auto para putearme a viva voz con un mala leche que no tuvo mejor idea que dejar su auto abandonado a mitad de la autovia cruzando dos carriles.
De ahí, ya mas relajado y sin tantas tensiones vi al grupo enfilar hacia Ruta 2 como lo hacen los que ignoran el peligro inminente, o sea, con un optimismo que por momentos se vuelve patológico.
Nueve personas, dos autos y una moto. Tommy estaba caliente con la idea de irse en moto a la costa, el tema es que la moto no colaboró mucho y a la altura de Quilmes se volvió por desperfectos técnicos. El resto de la troupe, ya organizada en los cuarteles de Atalaya, le entraba a todo lo que tuviera forma de sanguche y no peleara por su vida ante el ataque a mordiscones.
Cargamos mate para no quedarnos dormiduchis en mitad de la noche y llevarnos cuatro almas al infierno y rajamos para el partido de la costa en lo que podría definirse como un viaje loco, en donde la música pasó del Metal más extremo hasta temas de un compilado llamado " The Gay Parade", de dudosa procedencia ( y que extrañamente fue el que más pasitos logró en la concurrencia).
Eran las 2.00 AM cuando divisamos tierra ( arena bah...) y entramos a la casa que tenían las chicas en Valeria del Mar. Un lugar prometedor, salvo por la perturbadora presencia de un sinfín de osos de peluche, estratégicamente dispuestos por todo el lugar. Si no fuera porque soy un freak certificado con ISO 9000 diría que estaban ahí, esperando para matarnos en la vigilia de la noche.
Comimos algo improvisado y parte del grupo decidió quedarse charlando, haciendo bromas, agradeciendo a Dios el estar vivos después de ver como la provincia de Buenos Aires señaliza sus rutas y haciendo nada.
La nada llevo a mas nada y antes que nada dijimos, vamos hasta la playa a ver el mar, total , estamos a pocas cuadras.
Tres kilómetros es una distancia relativa: caminar tres kilómetros para tomar un vaso de agua en el desierto me parece poco, tres kilómetros en la noche mas cerrada y oscura que yo recuerde, acosados por todos los perros del barrio y algún vecino trasnochador que junaba desde una ventana en calzones, es excesivo. El cansancio al tocar la playa solo se vería superado por el que le seguiría en el regreso, al tocar la cama a las siete de la mañana.
Estábamos un paso mas cerca de la muerte por agotamiento, abrazados frente a un sol que nacía anaranjado y que tardó casi un minuto en salir. Fue un viaje en el tiempo donde nos dimos la mano con aquellas cosas que se hacen a los 20 y que se disfrutan mejor a los 30 y solo aquel instante hizo que todo el viaje valiera la pena.
No recuerdo mucho de la vuelta, estaba tan cansado que obligue a una de las chicas a cargarme la mitad del camino y amanecí en mi cama perfectamente arropado.
El noni duró poco. A las nueve teníamos a Tommy llamando desde Dolores, avisando que se había encontrado con un grupo de motociclistas en el camino y que al ritmo que venía estaría con nosotros en menos de una hora.
De ahí al super a aprovisionarnos con comida y bebida y volver a casa para preparar pollo al disco ( trozado al estilo Bee Gee).
De a poco la pibada se fue despertando ( los chicos como siempre dormimos en el piso, debajo de la chimenea, en la alacena o algo parecido, mientras que a las chicas les toca siempre el mejor cuarto) y como venían se fueron acercando al fuego, olfateando que comer. Fue una escena donde en vez de pieles de oso, se usaron mantas, pero no se distanciaba mucho de algo que pudiera haber ocurrido hace 10000 años atrás en la era de hielo; mismas caras de incivilizados, mismos gruñidos, mismo aroma a caverna rancia sin ventilar. Y nos quedaba aún la tarde de playa....
Continuará....
By Colton & Vegas.
Salimos en hora pico por General Paz por una sencilla razón: queríamos disfrutar del caos de tránsito por última vez antes de partir. Tardamos casi una hora para hacer Urquiza-Floresta ( Y si están pensando en chistes con " esta" es tarde, porque en esa hora se nos ocurrieron todos, absolutamente todos) contando el tiempo en que me bajé del auto para putearme a viva voz con un mala leche que no tuvo mejor idea que dejar su auto abandonado a mitad de la autovia cruzando dos carriles.
De ahí, ya mas relajado y sin tantas tensiones vi al grupo enfilar hacia Ruta 2 como lo hacen los que ignoran el peligro inminente, o sea, con un optimismo que por momentos se vuelve patológico.
Nueve personas, dos autos y una moto. Tommy estaba caliente con la idea de irse en moto a la costa, el tema es que la moto no colaboró mucho y a la altura de Quilmes se volvió por desperfectos técnicos. El resto de la troupe, ya organizada en los cuarteles de Atalaya, le entraba a todo lo que tuviera forma de sanguche y no peleara por su vida ante el ataque a mordiscones.
Cargamos mate para no quedarnos dormiduchis en mitad de la noche y llevarnos cuatro almas al infierno y rajamos para el partido de la costa en lo que podría definirse como un viaje loco, en donde la música pasó del Metal más extremo hasta temas de un compilado llamado " The Gay Parade", de dudosa procedencia ( y que extrañamente fue el que más pasitos logró en la concurrencia).
Eran las 2.00 AM cuando divisamos tierra ( arena bah...) y entramos a la casa que tenían las chicas en Valeria del Mar. Un lugar prometedor, salvo por la perturbadora presencia de un sinfín de osos de peluche, estratégicamente dispuestos por todo el lugar. Si no fuera porque soy un freak certificado con ISO 9000 diría que estaban ahí, esperando para matarnos en la vigilia de la noche.
Comimos algo improvisado y parte del grupo decidió quedarse charlando, haciendo bromas, agradeciendo a Dios el estar vivos después de ver como la provincia de Buenos Aires señaliza sus rutas y haciendo nada.
La nada llevo a mas nada y antes que nada dijimos, vamos hasta la playa a ver el mar, total , estamos a pocas cuadras.
Tres kilómetros es una distancia relativa: caminar tres kilómetros para tomar un vaso de agua en el desierto me parece poco, tres kilómetros en la noche mas cerrada y oscura que yo recuerde, acosados por todos los perros del barrio y algún vecino trasnochador que junaba desde una ventana en calzones, es excesivo. El cansancio al tocar la playa solo se vería superado por el que le seguiría en el regreso, al tocar la cama a las siete de la mañana.
Estábamos un paso mas cerca de la muerte por agotamiento, abrazados frente a un sol que nacía anaranjado y que tardó casi un minuto en salir. Fue un viaje en el tiempo donde nos dimos la mano con aquellas cosas que se hacen a los 20 y que se disfrutan mejor a los 30 y solo aquel instante hizo que todo el viaje valiera la pena.
No recuerdo mucho de la vuelta, estaba tan cansado que obligue a una de las chicas a cargarme la mitad del camino y amanecí en mi cama perfectamente arropado.
El noni duró poco. A las nueve teníamos a Tommy llamando desde Dolores, avisando que se había encontrado con un grupo de motociclistas en el camino y que al ritmo que venía estaría con nosotros en menos de una hora.
De ahí al super a aprovisionarnos con comida y bebida y volver a casa para preparar pollo al disco ( trozado al estilo Bee Gee).
De a poco la pibada se fue despertando ( los chicos como siempre dormimos en el piso, debajo de la chimenea, en la alacena o algo parecido, mientras que a las chicas les toca siempre el mejor cuarto) y como venían se fueron acercando al fuego, olfateando que comer. Fue una escena donde en vez de pieles de oso, se usaron mantas, pero no se distanciaba mucho de algo que pudiera haber ocurrido hace 10000 años atrás en la era de hielo; mismas caras de incivilizados, mismos gruñidos, mismo aroma a caverna rancia sin ventilar. Y nos quedaba aún la tarde de playa....
Continuará....
By Colton & Vegas.
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