miércoles, 24 de febrero de 2010

CONDIMENTA CON SAL YODADA Y SE VUELVE JEDI

miércoles, 24 de febrero de 2010


No hay receta mas boluda que el agua de los fideos decía mi abuela... El tema es ¿Qué pasa cuando le ponés sal yodada a los mostachole y te levantás sintiendo la fuerza?

MIERCOLES 20.30
Revolviendo el tuco para los mostachole me pe
rcato de una extraña inscripción en el paquete de sal de oferta que me vendió el chino. "Sal yodada".
Un invento de los yankis para evitar la poliomielitis que va a parar de lleno en forma de lluvia sobre el agua hierviente. Lanzo la pasta, cuelo, pongo un poquito de oliva para que no se me peguen y termino la cocción
en la sartén con la salsa, ojas frescas de albahaca, queso parmessano. Hay momentos en que creo que terminaré mis días en utilísima, reproduciendo la receta de un libro llamado " Cocina para blogistas que intentan volverse amas de casa modernas".
Hasta ahi todo bien, comemo lo fideo, Vegas se acaba su plato de balanceado y leyendo al genio de Hernán Casciari nos vamos
a contar ovejas, antes de que a Cristina se le ocurra algún plan de promoción ovina ( de esos que le salen como el reverendísimo orto y donde generalmente todo sale con una mala leche que parecieran ideados por Murphy, el de las leyes, no López) y nos deje esquilando un gato para hacernos un pullover....
El día se inicia con normalidad. Voy hasta la cocina y mientras me preparo un café con leche veo que Vegas flota. Ni muy bajito ni muy alto, simplemente flota. Y me mira con cara de bajame o te meo el especiero.

De ahí, caminando hasta el subte, presintiendo que la linea B estará con demoras, me tomo el 93 que me deja en Plaza Italia, al prender la radio escucho que un marmota decidió acabar con su vida debajo de las vias del subte, y para que el mundo lo recuerde con amor, le hizo perder el presentismo a tres vagones. Evidentemente algo no esta bien aquí....
Sube un vendedor de alicates, intentando convencer al pasaje de las bondades de su producto, de su procedencia oriental, de su durabilidá
y practicidá y se ofrece a hacerle la pedicura a la señora que, de muy mala gana ,lo escruta desde el segundo asiento.
Al acercárseme me pone un alicate a la altura de los ojos y es allí donde se otro milagro. Sostengo la mirada un instante y paso mi mano por en frente de su rostro diciendo " no necesitamos alicates".

El vendedor se queda en blanco , repite mecánicamente el mantra de los alicates y se baja del bondi todavía en movimiento, cayendo desparramado en plena bocacalle.
Todo esto es muy peculiar....No siento una necesidad imperiosa de salir a darme de espadazos con la gente o de vestir con túnicas. Eso si, mataría por ponerme a cambiar en este mismo instante, un tubo flourescente!!!

By "Darth"Colton & "Obi One" Vegotes.


1 comentarios:

Sergio Frias dijo...

jaja muy divertido!! saludos, sergio frias

 
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